miércoles, 30 de abril de 2008

El título siempre es lo más difícil, por eso este no lleva.

Hoy estoy digamos poco imaginativo, por estos días el estudio ha estado un tanto pesado, por lo que el tiempo para la literatura ha sido poco, quiero ser gracioso, pero nada se me ocurre, debería estar más consternado, pero no, simplemente estoy ahí, de nada en nada.


Iba para teatro, la acompañante no llegó temprano, digamos, para ser exactos, media hora tarde, no pudimos entrar, y desde que uno se vea obligado a cambiar una hora y media de teatro por un par de cervezas, creo que la cosa no va por buen camino.

Pero bueno,dejando de lado el pequeño prólogo, pues digo:


"Yo había llegado tarde, de nuevo". Me senté en una cafetería - desayuno a las dos de la tarde - y me pongo a estudiar un poco. ¿Cuál es la finalidad de la pena? ¿para qué la cárcel?

Desde la calle alguien me habla - no soy muy bueno recordando nombres, he olvidado el suyo, pero sí me lo dijo - "disculpe lo interrumpo, estoy desempleado, me hacen falta 50 pesos (unidad mínima de valor en Colombia) para llamar"

Me dice que terminó el bachillerato en Copacabana hace ya algunos años, que le gusta leer, de hecho tiene un vocabulario de esos que te place escuchar. Que ha empezado dos ó tres carreras, se burla de sí mismo, me habla de la voluntad y me dice que le gustaría estudiar filosofía - letras, pienso yo, dichosos ellos.

Que ahora trabaja como pintor de fachadas y se despide diciendo que ojalá nos viéramos de nuevo para hablar un poco - pienso igual.


La ley:

La ley crea delitos y crea delincuentes; y bien, mientras unos dicen expresar la "sabiduría general" y se llevan el dinero, ese sí general, otros salen a las calles a buscar su sustento y no pierden la ilusión de que ese día puedan darle algo nuevo a la vida.


Qué mala la cárcel, que hace de personas así sus clientes predilectos. Tantas corbatas y pantalones de paño, digamos, no nacional, se sientan a ver - hasta creo que lo disfrutan - cómo sus desvalores, los que promulgan sus bocas y firman sus lapiceros, desquician la sociedad, y se mueven bajo la lógica de "Acabo una vida, me gano un peso; otra vida, otro peso; cuarenta millones de vidas y ahora sí soy acaudalado."


En la noche recibiré un escarnio telefónico, pero valió la pena llegar tarde.


En la noche:

Regaño mediano.
No hubo teatro.
Dos cervezas y un poco de son cubano.
Sí hay estudio.
Hermana con dolor de cabeza.

Salgo a comprar pastillas y alguien se me acerca y con la misma diligencia de antes me pide dinero para un café, me dice que vive en Castilla, que es pintor de fachadas, que le gusta estudiar, que robar va en contra de su escala de valores - que su padre le enseño eso - y yo estuve a punto de decirle que con hambre esa escala de valores cambia y que así, el dinero es para quien más lo requiera - y me confiesa que en ocasiones lo que hace es decir leves mentiras, como que necesita dinero para llamar y así poder comprar un café.


No entiendo cómo hay quienes buscan en la fama el sustento para sus vidas, que quieren ser vendidos, comprados, vistos, votados y elegidos; no entiendo, si sólo en el anonimato se encuentran personas así, pintores de fachadas, con las que se puede hablar, que te mienten y después de dicen por qué, que te miran a los ojos y se ríen de lo que ellos llaman "sus malas decisiones", que se emocionan con la idea de estudiar más que muchos tantos y que te hacen creer que en Colombia aún no es delito atreverse a soñar.


Ojalá y la cárcel no se meta.


Y bueno, creo que dejo ahí, que necesito seguir estudiando. Deséenme suerte para mañana, o bien, para hoy, que ya son las dos y tanto de este nuevo día y con los minutos, el sueño me repite que no le siga robando noches.

miércoles, 23 de abril de 2008

Noticias de un día como hoy.

Qué somos? fue el titular que más llamó la atención superando la tarde.

Hoy, Simon Bolivar declaró que Francia era la patria donde quería disfrutar el resto de su vida;
hoy, Camilo Torres, antes de irse a dormir, rezó tres Padre nuestros para que Dios diera redención a los pobres.

Hoy, Nietzsche fue bautizado bajo el culto cristiano, por segunda vez y a los treinta años. Dicen que sonreía.

Hoy Saw se hizo con el Oscar a mejor guión adaptado y García Marquez perdió el Novel, afirman que el realismo mágico no es invento suyo y que por tal es indigno para dichas condecoraciones; dicen también que una sonrisa alcanzó a mascullar su rostro, imbricado de vergüenza, al momento que se disculpaba.


Qué somos?


Hoy soy un cualquiera, un don nadie, un buen vino servido en vaso desechable, un 0.5, una habilitación mal sustentada, un concierto sin sonido, un teatro sin actores, una bicicleta sin ruedas.


Hoy, descubrieron los medios que Romeo vive feliz, disfrutando de una considerable pensión de vejez heredada de su padre, un hombre acaudalado, que comparte su dicha con Carlota, su benigna esposa y que su noviecita de juventud, una Julieta, murió de un resfriado hace ya varios años, aunque la información es confusa, ya saben ustedes cómo actúan esos medios.



Hoy soy la necesidad convertida en hija de puta.

Y ahora, a quién acudo cuando el motu propio ha bastado para que mi espalda se encorve y los edificios de la ciudad asciendan hasta tapar el sol de una ilusión perdida.

Somos el lastre de lo que pudimos ser y somos la creciente de lo venidero, ese pequeño caminito que ahora (todavía) recorremos a gatas, mientras sus piedras, agudas, toman parte en nuestras rodillas y nos ultiman a levantarnos o a que seamos testigos del trabajo del desangre.

La tuve entre mis sentidos y mi briosa ilusión como solo ella lo sabe, y como no puedo decir conozca más, y aunque dicen que el amor más grande es aquel que se calla, la turbación se niega a permanecer allí, intacta e inmóvil, quiere salir y comprobar qué tan cuantioso es el parquecito que ella dice la asusta.

Cuando después de algún tiempo la vi, a la mitad de un día que dejaba mucho que desear, tuve esas cinco punzadas, rodeando, cuatro, el estómago y una, en la boca de este, supe no estaba preparado para que ella estuviera allí, aunque mil palabras dijese y aunque mil sonrisas nos acompañaran.

Le debo palabras: le debo decir que sí, que sí me alegró el día y que sí me llevó a sobrepasar una tarde que iba por mal camino. Le debo un pañuelo, le debo mis ojos, le debo sentarme, le debo sea Todo, le debo que se quede allí, a mirar un gato y que eso baste para sonreír y dibujar un horizonte, le debo que me ponga a pensar cada que habla de política, y que el calentamiento global me parezca ahora algo más serio. Le debo la imagen, le debo su vestido blanco y su falda naranja.

Le debo la decepción, la que callo, la que siento cuando leo sus letras y las comparo con las mías, cuando veo esa simpleza diciente que tienen sus palabras y no puedo desarmar así el rompecabezas de mi tinta.


Hoy, despertó Vincent Van Gogh, todo su cuerpo enfundado de unidad, y se tomó un café suave, leyó un suave texto, pintó un retrato que después saldría a vender y fue plácida su vida.


"Cuánto la ame", decía Neruda. Me inscribo ahora en sus palabras, como lo debieron haber hecho tantos, bajo el amparo, yo, de la singularidad de una tristeza, y al momento que miro las huellas de los pasos que no dimos y repaso cada instante de la vida no vivida.

Para la Niña mala, con delirios que no caben aquí y que solo conciernen a las miradas.

Retaliación al tiempo después.

En una de aquellas, de estas noches en las que me la paso merodeando, quitándole tiempo al sueño, anduve revisando el correo, bajo petición de una señorita que, al ver 405 mensajes sin leer en la bandeja de entrada, pareció escandalizarse y llenarse de motivos para decir que nunca estoy pendiente de lo que sucede a mi alrededor.

Aunque lo dijo de manera un tanto ligera, creo que razón no le falta, quizás un poco de más conocimiento la llevaría a afirmarlo con mayor severidad.

Revisar el correo es algo así como darse un paseo por el pasado, hacía unos cuantos años atrás.

Quienes éramos, qué teníamos y quienes nos escribían.

Sigo revisándolo mientras escribo, y la verdad es que me lleno de nostalgias, una tras otra conspiración de "sensibilidades". Me detengo en lo evidente, en lo que ya sé, pero como el aviso de regulación de velocidad en las autopistas, parezco necesitar un breve lapso de memoria para saber que tal es importante, que está allí, o que estuvo, por lo menos.

Son varias las personas que han pasado por esta vida, esperando tal vez una señal de vida, de honor o de "clásica intranquilidad", algo, algo que hubiera evitado que ahora me arrepienta por no sé qué cosas al leer mensajes fechados hacia marzo del año 2007.

Cuántas cosas pueden haberse trastocado en ese tiempo, es la pregunta.

Será que hemos cambiado al son de las historias que se mueven a nuestro alrededor, que nos cobijan a menudo, o nos hemos estancado creyendo que para ellas el tiempo no debe pasar y nos hemos fundado y refundado bajo el anhelo de las viejas presencias. Me gustaría creer que es una unión de ambas, porque no siempre demostramos querer que el pasado se quede allí, envasado en el recuerdo, sabiendo también, generalmente, que puede no ser más que necesario, para, con total impunidad, mirar a los ojos claros que siempre están allí, conspirar en el bastión frontal de la vida, y hacerlo sin ningún tapujo.

(entretanto y con algunas conexiones)

Hace unos días dieron inicio relaciones con Federico Nietzsche, grata sorpresa es cada una de sus páginas, y aunque muchas personas parecen ser bastante doctas en sus letras y quieren lanzar opiniones tan elaboradas como convencidas, creo no es tan simple, sobre el amparo de una lectura, simplificar al superhombre en las propias opiniones. Qué diría Hitler, qué diría la (post)modernidad, qué diría Colombia.

domingo, 20 de abril de 2008

"Novecento" de entrada por salida

Las bibliotecas pueden ser lugares muy tristes,
delirantemente tristes, sórdidos,
pasionales,
amantes, indudablemente hermosas,
tan dicientes cuando te tocan,
con ese misticismo
que el tiempo ha logrado refinar,
mas nunca sustraer.
Siempre felices.

No me gusta ser esclavo del tiempo,
quizás sí de la luna,
tal vez de la niña mala,
aquella en que confluyen las mujeres bellas;
qué diría ella, la luna, la niña mala,
ese concepto invariable en su invulnerabilidad.

"Una oleada de viento te recorre
y te quiere transformar",
leía alguna vez.
Y ahora digo, no, no es una oleada,
son muchas, rayos, muchas,
montañas de ellas,
palabras que se buscan a sí mismas,
que tienen un inicio,
una R
una K, algunas
una S
una M
rayos, la M,
esa, que nos transforma, nos crea y nos destruye
en un segundo de vida y de (no)vida,
esos, que siempre serán iguales,
porque la pasión y la centinela del alma
no reconocen diferencia
en aquella simple estructura.

Decimos:
"No podemos alejar tal o cual
cosa de nuestras vidas" o,
"Tal o cual cosa siempre se nos aparece
para robarnos la tranquilidad",
pero lo cierto
es que somos nosotros quienes
nos rehusamos a desaparecer, a ahuyentarnos,
por miedo a que nuestra más
simple esencia desaparezca
y caigamos en aquel rótulo
que se ha creado como
eufemismo para ocultar la
infelicidad que da la rotunda rutina,
nos resistimos a ser personas normales,
aquella raza en torno a la cual la
incomprensión se mueve en una
constante doble vía,
porque de tanto en tanto, mueren
unos tantos, y a nadie le importa.

En un momento de espabilo
nos surge otra inquietud,
nos la sugerimos
y dejamos así la tranquilidad
para otro día:

"Hasta dónde podemos reprochar
cuando no sabemos a qué ritmo
circula nuestra sangre?".

viernes, 11 de abril de 2008

Decálogo del despilfarro

Ninguno de los ataques que nos sumergen en la pocilga del destierro provienen del mundo exterior, por más que el hombre empeñe en tales razones su cobardía. ¡¡Mentiras!!, ya que esta raza es tan absurda que no necesita más motivos que participar en la vida para empeñarse en buscar la inminente cosificación, por más desaparición, de su alma, si es que tal existe y si es que la sensibilidad juega algún papel en estos hijos bastardos de la irracionalidad, que ni siquiera merecen llamarse locos, ya que dichos subvalorados seres son tan únicos como capaces de la genialidad, término este que ahora solo se aparece bajo la luz de fábulas y mentiras de los que en el pasado se exhuman, o fingen hacerlo para así anotar sus nombres en los pie de página del libro de la historia.

Muerte, muerte, muerte, tararean los relatos, al parecer como su única consigna, así estos se encubran, pusilánimes, en las barbas de otras esferas, encantos, que resultan más atractivos al votante, como el amor, la libertad, la guillotina y otras tantas que por la tentación, la cobardía y el engaño no valen la pena, ni la tinta, ni el papel para su mención.

Siendo la virtud algo tan deseable, es raro, asqueante, que el fruto del presente, sino quizás de toda la historia, pasada y futura, sea un diario llamamiento a este valor; volverlo bagatela, ese es el lema.

Dicha hipocrecía solo es comparable con la mirada, pluma y sendero de aquellas mentes, "maravillosas" e "inventivas", que segundo a segundo nos salvan y nos conducen por la animadversión de la apacibilidad, nos encierran en la pasividad, nos enseñan a mentir, con ficciones tan elaboradas como la misma ley que lo permite.

Parece ser requisito, para ser parte de lo que llamamos historia, la insensibilidad, la insensatez, porque hasta el soberano hedonismo ha caído en vergüenzas con esta lluvia fácil de blandas ilusiones.

Todos los días los llamados diseñadores, asesinos de su nombre, o continuadores, no sé, nos venden formas fáciles de pensar, de llevar la mente hasta lo más estancado de su no-mística, nos enseñan ilusiones con la misma simpleza con que nos entierran en el robo a nuestras posibilidades de soñar. Caminamos sobre la pulsión mientras no nos creemos siquiera capaces de separarnos de aquellos esquemas que nos plantean; nos enseñan a vivir, mientras los muebles se ensanchan, porque nuestro tiempo en ellos es eterno, para qué el mundo, para qué salir, si allí está todo, si tenemos esas dos cajitas mágicas que nos muestran cuan lejos hemos llegado, nos dan las llaves de la puerta situada al final del camino (si es que tal existe) y nos ahorran así las vicisitudes del mismo.

Caemos en la trampa, y hasta nos vemos obligados a especificar el contenido de lo que creemos no preciso, desconfiamos, subvaloramos la mente ajena, los mismos ajenos (parafraseamos a través de la misma lógica) y nos desgastamos en párrafos acuciando qué estamos escribiendo, qué decimos, no vaya a ser que la imaginación asesine la modernidad. Pudiendo decir únicamente, que si tal ocurriese, mi firma estaría, auténtica, al pie de la alegría, amante y pasional, que tal (me) generaría.

Disculpas por las aclaraciones, aunque (re)leyéndome veo como el desgano parece haber guiado los renglones, por lo que quizá no lleguen a los oídos de nadie, igual necesito descargar este poco de rabia que me generan tantas cosas, tantas, entre ellas, los medios de comunicación, estos impunes asesinos de imaginación.

Manifiesto quemado, antes de su nacimiento, por sus propias aseveraciones (dudosas, por demás) y sus contradicciones. Claro que llego a detestar este y otros aparatitos por simplistas, asesinos y absurdos, aunque me aleje de esta línea, pero lo cierto es que resulta más fácil morder los cantos cuando se les ve y cuando se tiene cierta recurrencia a ellos.

Algo lo salva, considero ahora. Tantas fotografías, particulares, tantos textos y "vidas" que sin pasar por aquí fuera bastante difícil conocer. O quizás me estaré perdiendo de algunas humanidades, personas e imágenes que ahora suceden mientras me releo por segunda ocasión. Tal vez estaré perdiendo la oportunidad de conocerme, a fondo y sin amagues de engaño, tan común este, aquí, como lo he mencionado; aunque claro, nadie se conoce si no se ve en los ojos de otro(a) y tal camino, por ahora, incluso en este espacio, de manera peculiar, buscamos recorrer.

No estoy seguro de lo que digo, me canso, quiero caminar un poco, en fin, creo que no me importa mucho.

A propósito, ahora estoy en clase, escucho, y una vez más confirmo que los conquistadores, burdos, torvos como los llamase Pablo Neruda, que nada tenían que descubrir - como si nunca hubiésemos sido conscientes de nuestra colosal naturaleza - o conquistar, nos arrebataron, al son del cuchillo, de la pedante modernidad y la religión, la que fue la primera (algunos dirán que la única) opción real que en estos lares hemos tenido de desarrollarnos, de manera independiente, cabalgando sobre nuestra cultura, y con ese respeto tan mágico hacia la naturaleza, que para nosotros, los actuales (los modernos), sabios y (no) barbáricos nos parece astronómico, casi alevosía.

Maldita historia, escrita por otros, ajena a nuestro ser y a cualquier concepción real sobre la divinidad. Esta historia que nos lleva a creer inconcebible algo que a todas luces debería ser normal, preconcebido, axiomático. El respeto, amante, por todo ello; vida, humanidad, naturaleza, amor, ser.

Entretanto, después llega otro insolente, tosco, a decirme que me deje de expresar. No, no me puedes cohibir escribir, opinar, soñar, enamorar(me), cazar, estar, caminar, recelar, dudar, comparecer, o si lo vas a hacer, por lo menos dedícale palabras a tus palabras, si no, no me jodas, dejadme vivir en paz.


-----------------------------------
"todo es veneno, nada es veneno, solo la dosis hace el veneno" (paracelso)...........cuántos justificantes necesitamos para suplir (nos) y saltar al vacío.
-----------------------------------

miércoles, 9 de abril de 2008

Cómo dividir un día, no precisamente por la mitad.

...........Hola.

...........Hola.

...........Dice madre que le debes dinero.

..........Ah, ...........................gracias.

..........................................................................

...........Cómo estás?

...........Muy bien,...... y tú cómo estás?

...........Bien bien, en lo que respecta..............

...............................................................

...........Qué bueno................me alegro............

..........Bueno.....chao, que estés bien.............

...........................................................................




No fue ella, no fue el, fueron ambos, solo que ahora el día se había dividió en dos únicamente para el segundo, como lo constata, y no así para la primera.

Es extraño, cuando tantas palabras se quedan en el tintero, bajo ese refugio que no siempre resulta ser el mejor, bajo las líneas del silencio. En ese punto agradeces estar solo, porque así nadie más es testigo de la expresión que está tomando tu rostro ni del acento dispar con que empiezas a caminar, aunque sería bueno, lo sabes, verse obligado a explicar el por qué y confesar que no has sido del todo sincero.

"No estoy sangrando, pero duele tanto", escuchaste decir, alguna vez, a un "personaje" que lo retomaba de un libretista, mientras sujetaba, con su mano derecha y en un aspecto un tanto constreñido, la parte del pecho, de su pecho, destinada al corazón; en ese momento tuviste la "idea" de robarte esas palabras para un texto y te aprestaste, entonces, a buscar una oportunidad que fuera apta para ello, aquello que llamamos un contexto.

Pero ahora, que crees tenerla, hubieras preferido, quizás (lo sabes), no enfrentarte a esta opción de surtir tu pretensión; porque en este momento, que ella ha dividido tu día, comprendes lo mucho que dicen esas palabras que iban a ser víctimas de tu robo; pero claro, la economía te decía que debías llamar, pero claro, necesitabas una disculpa para hacerlo; sirviendo esta, lo ves, en tu interior y como justificación que lleve a mantenerte erguido, para nada.


Escribir subsana un poco, siempre lo has creído.

Das las gracias, entonces, reales, a ese lapicero y a ese cuaderno cualquiera.


........................................


Click, terminas la llamada y sigues con tu día.

domingo, 6 de abril de 2008

Requiem por un día cualquiera

"toc-toc", llaman a la puerta.

Si alguien observara la escena diría que esta es un poco constante, repetitiva casi, pero lo cierto es que frente a visitas como la de ahora, los nervios seguían siendo su guía.

Atiende, abre la puerta, la azul, la amarilla, sabiendo de antemano lo que (en él) produce aquella imagen, la vida que aguarda al otro lado del portón, y no es que tal fuera obvio, digo, porque sabemos que otras personas esperan allá afuera, un momento, unos momentos, a que algo pueda suceder, pero cierto es también que el "toc-toc" nunca será igual.

"cien y cero" pulsaciones, todas a la vez, bajo el llamado de una tela blanca, semitransparente, que no alcanza a llegar a las rodillas.

Sin esperar a ser autorizada, se adentra en la habitación, como tantas otras veces lo hiciere. Las miradas los rodean de tal manera, les pertenecen tanto, que casi se podrían ver, tocas las dudas, las de siempre, las que no fueron ni serán nunca suficientes.

Cuando se han dicho tantas palabras, ya su suavidad parece no ser tan plácida... ¡Miento!, miento. Creería que debe ser al contrario y fuere por tal que, ahora, las bocas se mueven pero los sonidos no llegan, ni siquiera se quedan a medio camino, simplemente saben No son necesarios y por tal se ahorran su existencia.

Hay sonrisas, también, lo cual puede indicar una conversación fluida, sin amaños de pesadumbre, como siempre las fueron, amenas; el proyecto más humano que el mundo haya conocido.

Una luz pálida, generosa, los envuelve, mientras sus brazos llevan a cabo el descubrimiento de aquello que anhelan, el mundo se reduce al tacto (con una pizca de olfato como acompañante, se percata), confirmando el azul y el amarillo, o mejor, el azul-moradito, cree leer en sus ojos, y sabe que sí, que es mejor, que es azul-moradito, como aquella flor que sólo allí se deja crear, porque sólo allí existe.

Algo ocurrió, se suceden las sombras, las sonrisas se hacen etéreas, pero tan constantes como el mismo tiempo.

Recuerda ahora las palabras de agravio, burlonas un poco, bajo un tapiz de recelo, duda, pero con ese misticismo de sinceridad que siempre solía estar presente, cuando su cabeza giraba en derredor, como ahora, y terminaba su curso en ese otro mundo, en ese buen humor, en ese camino húmedo que hace que el alma (cuerpo y alma) se sienta satisfecha, al momento que se percata de que la envuelve una creciente e inminente necesidad; dulzona, agria, locuaz, atrevida, amarga, deleitosa, cascada, fluida, torrente necesidad, debo decir.


Ella, recuerda, la que dividió en dos y le dio un nuevo olor al mundo, con una sola imagen, con la primera de ellas.

Se despista, se levanta, abre, aunque sabe que ello no era necesario, ya la habitación desbordaba de su presencia, de esa combinación de blanco, negro y rojo (olor, ese olor y esa tez suave) que, como siempre y desde los albores de su descubrimiento, en lo que a él respecta, lo sorprendió y lo sorprende ahora; con sus colores, vivos y ansiosos, con sus colores húmedos, que lo llenan y lo envuelven en la irracionalidad, estado que busca, estado que disfruta. Látigos lo golpean, de nuevo en ese son, el de ella, tan sugestivo como inesperado.

Ahora sí hay sonidos, hay deleite. Ella ha entrado por la puerta roja, aquella que tiene su nombre marcado, en tal relieve, que empaña los demás, y una sonrisa, la primera mirada bastan, no son precisas dilaciones, para comprender, decirse, que se acompañaran por el resto de la velada, y que no hay mayor incógnita por resolver, que cómo soportar tanto encanto, tanta pulsión y más aún, cómo vivir sin él.

jueves, 3 de abril de 2008

Y si me lo preguntaran?.....Diferentes acepciones de la palabra FIN.

Qué significa llegar al fin-finalidad.


"Fin: del latín finis que significa finito."...........Y si me lo preguntaran?. Yo diría, "Abrase visto tal falta de veracidad, tal antipatía bajo el intento de ser objetivos."


Y como en últimas, ahora se trata de ser subjetivos, pues no me vincularé a respuestas como esa.

Qué tanto podrían pregonar sobre el fin quienes tan solo se asoman a la imbricada pero seductora puerta del inicio?


Es como poblar de palabras uno de esos momentos que se resuelven al son de las miradas.

Es como negarle el mundo a una mujer que nos recibe con una sonrisa cada vez que aparecemos.

Es como pararse a caminar, por la vereda, mientras nuestros ánimos se sitúan en un pequeño pasaje, bosquecillo, sentados, viendo cómo las estrellas, ninfas, aumentan su tamaño y se multiplican en población, convirtiéndose en aquellos toques que detonan la pulsión.


El mundo que allí afuera espera a que nosotros, los despistados, lo tomemos y nos dejemos tomar, afirmándonos el uno al otro, ese mundo, me lleva a pensar que tal vez el fin sea el lanzar una mirada, acogida en la timidez, siempre locuaz, a esa pintoresca mañana que se sitúa, ahora, más allá de la puesta de sol que es nuestra caracterización; siendo así, aquello que se espera, aquello que queremos observar, inverbe y animosa contemplación.


En el libro primero del libro Moral a Nicómano, Aristóteles titulaba: "El bien el es fin de todas las acciones del hombre", y aunque aquí refiere el filósofo el término fin como "objeto", "finalidad", para muchos momentos, mejor definición no creería posible hallar.

Porque claro, fin es aquel objetivo sobre el cual cabalgan las acciones del hombre, y estas, como acciones, ven en el bien, - la virtud, agrego - su propósito, su intención.


La verdad es que no creo que se halle un término para los caminos, más bien soy amigo de los procesos y por tal, me atrevería a reformar, sin caer en el irrespeto, claro, ni en el sobredimensionamiento de lo propio, pero aventajado por los anhelos que siempre trae situarse frente a las letras, la rememorada consigna, y ahora, digo que "el fin es el proceso que lleva y conlleva a la virtud - humano y armónico sentido - . A la virtud y al encanto."


............................................................................


A veces las ideas pasan por ahí, a la espera de ser capturadas.


En el teatro, el fin (final) se da cuando cae el telón, y se espera a que se sucedan aquellos minutos, que separan este instante, de la perseguida (pretendida y antojada) charla con los invitados (a).


"¡es tan largo el fin, entorno al inicio!". Quizás, pero a la vez es tan seductor el intentar describirlo.