domingo, 29 de marzo de 2009

CIudad de nadie o texto que no pasará a mayores.

Insististe, no querías lo que yo, insististe en que te llamara y yo accedí sin gusto, con sarna, ya que para mí no existes, eres la ciudad en la sombra, en la cañería, la ciudad que no es, con tu gente que tampoco llega, y tus árboles y tus flores y tus perros y tus gatos, nada es, sólo el humo, el que transpiras, sudas cada vez que se te viene en gana y parece que todos los días te diera la gana, de tomar cada cosa que podría ser bella y llevarla a lo que tú; a ciudad, humo y mitos que nunca han sido.

Como tú insistes en que eres y, Oh sorpresa, en que además eres libre, cedí con la intención de evitar discusiones sin sentido, sin alma, en llamarte La ciudad de nadie, cuando no sé si acaso comprenderás que no eres de nadie porque simplemente no eres.

A veces me pregunto si serás únicamente tú o todas las de tu clase, meretrices del humo, cobijadas con las luces y la falta de deseo, las luces del sin deseo.

Eres una algarabía sin ideas, sin ideales, careces incluso de fundamento para tu desorden; acompañas de calamidad a tus auto nombradas "Legítimas instituciones", donde tus adalides putitas cobran su salario mensual, sus cuotas de participación, sus pedacitos de ti, burlando la razón por su patriota labor de nada.


Hueles a cianuro.


Tu fuerza pública, cataclisma de la sinagoga caminando de negro, como ocultando algo, hace mucho tiempo que dejó de representar nada bueno, pasable, justificable.

Reclutas a tus jóvenes, nacientes contaminados, a la fuerza de tus cuarteles y el demonio de tus balas, haciendo que caminar por tus calles sea un peligro para la conciencia al tiempo del miserable tributo Morir por la patria.

No tienes fuerza porque ni siquiera eres capaz de convencer sin recurrir a la violencia.

Ves pasar la vida, Reclutas la muerte.

Esa, tu falta de fuerza, no ha sido además nunca pública, porque si de defender intereses generales se tratare todos se habrían ya fusilado, cada uno consigo mismo si acaso así lo encontrasen más atractivo, en su primera y última gran contribución a la social convivencia, dejando ver, si no caigo en equívocos engañosos y tal fuere posible, algún atisbo de razón allá donde parece no quedan más que cascos y birretes verdes.

Hueles a humo, tu sudor y tu aliento es el humo, eso lo sabes, no necesitas que nadie te lo diga.

Peor que todo ello, Oh Medellín, es que por algunos días huelas, sepas, transpires, más allá del corriente de tu siempre rutina, a banquero, a especuladores manchados de faltas, caprichosas mayores del mismo burdel.


Te paso que seas católica hasta para tomar el metro, hasta para tomar un tinto, que a cada hora tengas ese olor maluco que persigue y que en tus calles la Razón parezca cosa de otro espacio, ya que no de otro tiempo ni de otro sitio, te paso ese hecho maligno del destino que te dio como cuna a tal malhechor de tablas sin nombre, de vida sin gustos, de páginas sin colores y democracia sin democracia, sin divergencia, sin opinión.

Pero que te alegres, te "pintoretees" ocultando tus mundos y aquellos a los que no quisiste darles un techo, porque un grupillo de sujetos (Hombres - Mujeres¿?) con corbata y elaboradas recomendaciones económicas de avanzada, que te dicen servirán para "paliar" los efectos de la "crisis" que no tuvieron en bien denunciar, y aunque no hubiera la tal crisis manifiesta del sistema para con sí mismo, que estos ilustres sustentan sobre los brazos de otros, sobre el corazón de nadie.

...que te arrodilles, con tus ojos grandes y hambrientos, como asustadizos, diciendo - Ayúdenme - , ustedes que parece no tuvieran ni idea o no les importara o lo que sea, - Ayúdenme que soy bella, que en mis calles no hay gentes sin calles ni sin techo, miren que soy una "Buena plataforma comercial" y los que aquí habitan gozan de tal manera que ni opinar sobre su situación quisieran o si tal vez podrían. -

Agachas tus ojos y con voz trémula pides "recomendaciones", ya que no tienes gentes ni llamaradas, si acaso clases sociales o drogadictos de las páginas.

En un instante de nutrida devoción casi que podría perdonarte que las luces que de ti emanan hagan que un telescopio sea tan útil en la noche como uno de tus rancios y profesionales políticos para dibujar un futuro, uno medianamente deseable, amable; pero esa capacidad nefasta para imponer unos cuantos tributos de palabras sobre la maltrecha realidad, y ser suma burlesca, taimada y de rodillas dispuestas, capricho que todos quieren tener y no son todos Tus gentes, no señor, sino los ladronzuelos de traje, eso, eso no te lo perdono, tu y Tú Medellín.




Mil palabras dirías y la realidad sería la misma, porque aún no crees, como conjunto, que creer sea necesario.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Lugares sin lugares.

Caminando con la tarde por los pasos que vigilan, no entrando en la noche ni despuntando la mañana, simplemente la tarde.

Será que ello importa a alguien, no lo creo; simplemente es un hecho que se va sucediendo día tras día hasta que termina, de tantas formas termina como de tantas se mantiene.

El césped se vuelve verde cada vez que su cuerpo recibe - ¿grato? - el sol en desvendada y diluvio tras diluvio de cercanía, torrencial la lluvia, jovial la luz., dicen, dicen que de verdad se vuelve verde y que así el jardinero y la niña que camina buscando amor en el olor de las frutas atinan a decir que está bien, que está vivo, creen también - ¿creen? - que quizás no distinga su felicidad porque los constantes no se dilucidan, distinguen, simplemente son.

Es extraño pensar, más aún dejar de hacerlo...pensar en saberse y saberse no ha traído ni traerá nunca nada bueno, lo sé ahora.

Saber?..........si la risa fuera aún risa y no un ensayo entre tantos de una mueca entre tantas yo sería otro y ese otro sería otra verdad.....tal vez.

Al cuánto tiempo de estar muerto olvidas que fue así, que alguna vez estuviste vivo como el césped, esperando con los brazos abiertos que la lluvia llegara y te invitara a dejar de pensar, por un segundo, únicamente un segundo, para luego seguir siendo tú como parte del mundo.

viernes, 13 de marzo de 2009

Cuando uno son muchos...dos no pueden ser más que uno.

Hoy no se trata de decir simplemente lo que va llegando, o de llegar diciendo, del allegado mundo a la allegada mente.....hoy no.


Míralo, ahí va, es ese sentimiento de destierro, el que ahora ves recorriendo los mismos pasos que tantas veces te han pertenecido, saltando de segundo a segundo.

Ese pequeño miedo de estar vivo, mientras Plutón se pregunta por qué no le avisan, si el empleo es suyo y la política roza los caminos que ella misma se ha ido trazando en este país de nadie, de telenovelas y chismes, de justificaciones para lo injustificable y puntapiés de plomo o de palabras tostadas y malolientes para todo el que piense que las cosas no van bien, que las razones abundan para creer que las cosas no van bien y no les da la gana de quedarse callados.

.....es así, como si fuera el mismo tintero del título que nunca llegó a ser, pero que lo fue todo, como sin miramientos ni escrúpulos innecesarios lo dijera Gabriel García Márquez, pasados ya más de treinta años: "País de mierda, país hijueputa"..



tres más tres fue el dictamen...


Cinco más uno vale la voz, siente menos uno que no se atrevieron a más, que nunca serán más, porque así no funciona la cosa, y porque a la Atenea no se le acaba con seis, ni con mil, no señor.


El Hades insiste, se vuelve naturaleza y afina su puntería para degradar a quienes vieron en el inevitable desenlace, un camino transitable de pieles y sonidos nacidos en el frío del frío invento.


Ya no se puede ser nadie, sin que otro alguien crea que nadie es igual a nada y que nada es igual a muerte.


Irrenunciablemente.....con la piel crispada.


La voz.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Rendijas de tiempo y espacio.

A veces, cuando no estás, pienso que la
ausencia no cocina más que ansias sobre
lo que ella es.

A veces, cuando no estás, veo como creces,
porque no estar, no ser, es otra forma de ser,
de llegar y formar parte.

A veces, cuando no estás, pienso que ojalá
no fuera así, que pronto estuvieras
para mirarte diciendo (nos) y colmar así
la ausencia; rellenar con bonos de tiempo
y caminos sin fin la ausencia que me
dice que no estás acá; que no tengo
ni Reno ni Coco.

Me gusta extrañarte. A veces, no
siempre; otras simplemente quisiera
que estés acá.