domingo, 13 de diciembre de 2009

Capas.

La repaso con la vista... la vista, aquella que prescinde de los ojos porque asume en cada palmo del cuerpo la responsabilidad ante el fisgoneo.

Apremio.


Al fondo, línea tras línea de un blanco eterno, más suave y vibrante cada una que la anterior, haciendo imposible siquiera distinguir lo primero de lo segundo, el principio del final.

Blanco sobre Blanco que ansío repasar.


Te veo y pienso que en algún momento del tiempo algún diestro de la mentira decidió encerrar la piel en la costa muda del velo, sin sospechar que éste se allanara al lenguaje como la mariposa al vuelo.


Aspiro a la presencia que está fuera del tiempo y que sólo recuerda el mundo en la línea arrítmica que se va siguiendo gota tras gota sobre el camino del primer estrépito de chispa y sudor que rodeó el cráneo.


Aspiro a la explosión de las partes, al resuello vocabulario del cuerpo, que ruge delicado y fuerte cual viento en las tardes de agosto.


...


La tarde era ya más un augurio azul oscuro de la noche que venía que el portentoso naranja de unos minutos atrás. Caminaba pausada, como a la espera de un argumento que vanidosa la obligara a dejar a un lado el destino y transitar, en un instante irrefutable, por la dulce decisión de la vida.


Es entonces cuando se dibuja con la vista, sintiendo los pasos que se van marcando, sintiendo los hemisferios de su forma, como si un pincel de ligeras cerdas delineara cada tramo, hasta la galería más alta y exquisita del cuerpo, eternidad que, a falta de tiempo, se decide por la concentración explosiva de su humanidad en un minuto de los que vuelan por ahí.



...



Líneas blancas que surgen de la profundidad de sí mismas, consternantes casi.

Sin poder definir cómo tal llegó allí, piensa que no existe inclinación más sincera que el abandono, con el siempre mal disimulado apremio, ante la constancia de las cándidas y suaves punzadas.



...



La sangre, siguiendo la ley líquida que la rige, no conoce de espacios, quizás tan sólo de presencias como aristas calientes.



A veces los reflejos de la luz rápida dan la impresión de que algunos cargar alas a sus espaldas.