Es extraño, cuando eres consciente de lo poco virtuoso que consideras algo, y aún así acudes en su auxilio.
El Internet, fría herramienta; el libro, virtud.
La verdad, puente hacía el interior. Aquí, supongo, he de depositar el mio.
Cuando quieres hablar pero no encuentras oídos, dejas tu franqueza y tus mentiras en aquello que se apreste a tales propósitos; por tal, y sin dejas de pensar que los códigos binarios no podrán nunca suplir, inútiles aspiraciones, a la tinta y el papel, agradezco al teclado y a este enlace, por dejarme ver lo que quiero ver, ahí, en la pantalla, descifrado, el coloquio de aquellos detalles que afrentan contra el sosiego.
2 comentarios:
El requeria un abrazo
Digamos que a veces y bajo uno que otro pensamiento.
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