jueves, 16 de septiembre de 2010

ME DUELE UNA UNIVERSIDAD EN TODO EL CUERPO

(Publicado por Sergrio Andrés Galeano)


Deberemos añadir este día a la lista de nuestras propias tragedias.

Estamos obligados a llevar PARA SIEMPRE sobre nuestros
hombros el peso inaguantable de tanta indignación.

El 15 de septiembre de 2010 abrirá un capítulo más de ese libro
terrible e infinito que comenzó a escribir Borges sobre la Historia
Universal de la Infamia. Libro que llegará a su fin solamente cuando
los oprimidos del mundo así lo decidan.

Desde hoy, y para siempre, el dolor nos acompañará. La congoja, la
melancolía y la rabia construirán un alcázar infranqueable en nuestros
corazones.

Toda felicidad ahogará su música en el ruidoso recuerdo de esta tarde
infeliz.

Ningún fenómeno celeste podrá asombrarnos. Ningún
suceso anecdótico de la infancia podrá resurgir. Ninguna caricia podrá
mitigar el dolor. La victoria, cualquier victoria venidera, se desdibujará
ante la derrota que la fuerza le propinó a la razón.

Nada borrará las imágenes que este día aciago grabó en nuestros
cerebros. La sangre, los gases, los uniformes militares, los gritos, la
necesidad de huir, la necesidad de quedarse y luchar, el amigo que
cae, el hermano que logra levantarse pero que se extravía, la rabia, el
fuego, el teléfono que nadie responde, el esconderse, el aparecer, el
abandonar por obligación ese lugar que jamás quisiéramos dejar... Ése
será nuestro fardo... Ésa será nuestra maldición... Ninguna Parusía
tendrá el poder de redimirnos.

Acataré la prohibición de olvidar. Asumiré la Indignación como
principio moral transformador. Me haré amigo del desconocido que
sucumbió ante la violencia policial. Amaré los ojos que lloraban y que
pude ver tan solo un segundo. Dispondré mis brazos a quien ruede por
el suelo entre convulsiones y ayes. Ya no creré en la paz de los
cementerios, ni en los silencios que se asemejan a la estupidez.

Pondré una bandera en cada torrente sanguíneo desencadenado. Le
compondré un himno a cada piedra lanzada. Mis poemas residirán en
las fogatas. Le leeré todos los libros de Eduardo Galeano y de
Gioconda Belli a los árboles plantados en la Plazoleta Barrientos.

Prometo mantener insepulto este sentimiento agobiante. Convertiré
este espasmódico anhelo de cambio en energía vital que no encuentre
destrucción.

Prometo ser mejor. Prometo valorar más a mis alumnos. Prometo
pasar más tiempo con ellos. Prometo mantener enhiesta mi fe en
Ustedes.

Mi cada fue violentada.

Hombres Oscuros entraron sin permiso en ella y violaron a mi madre y
a mis hermanas. Endriagos petardistas torturaron a mi padre
arrancándole los dientes y las uñas. Seres sin nombre corrompieron mi
comida y envenenaron el agua que bebo.

Ya nada será como antes. Yo no seré como antes. Ningún universitario
podrá serlo. Ni siquiera aquellos que permitieron tanta destrucción.

Seguiremos adelante. Continuaremos creyendo en la palabra y en los
objetivos conquistados gracias al diálogo y al respeto mutuo. Pero este
infausto día no podrá morir. Sus atrocidades no encontrarán sepultura.

Por siempre me sentiré Amenazado.

Hay un día que no me atrevo a olvidar

Me duele una Universidad en todo el cuerpo.

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