viernes, 13 de marzo de 2009

Cuando uno son muchos...dos no pueden ser más que uno.

Hoy no se trata de decir simplemente lo que va llegando, o de llegar diciendo, del allegado mundo a la allegada mente.....hoy no.


Míralo, ahí va, es ese sentimiento de destierro, el que ahora ves recorriendo los mismos pasos que tantas veces te han pertenecido, saltando de segundo a segundo.

Ese pequeño miedo de estar vivo, mientras Plutón se pregunta por qué no le avisan, si el empleo es suyo y la política roza los caminos que ella misma se ha ido trazando en este país de nadie, de telenovelas y chismes, de justificaciones para lo injustificable y puntapiés de plomo o de palabras tostadas y malolientes para todo el que piense que las cosas no van bien, que las razones abundan para creer que las cosas no van bien y no les da la gana de quedarse callados.

.....es así, como si fuera el mismo tintero del título que nunca llegó a ser, pero que lo fue todo, como sin miramientos ni escrúpulos innecesarios lo dijera Gabriel García Márquez, pasados ya más de treinta años: "País de mierda, país hijueputa"..



tres más tres fue el dictamen...


Cinco más uno vale la voz, siente menos uno que no se atrevieron a más, que nunca serán más, porque así no funciona la cosa, y porque a la Atenea no se le acaba con seis, ni con mil, no señor.


El Hades insiste, se vuelve naturaleza y afina su puntería para degradar a quienes vieron en el inevitable desenlace, un camino transitable de pieles y sonidos nacidos en el frío del frío invento.


Ya no se puede ser nadie, sin que otro alguien crea que nadie es igual a nada y que nada es igual a muerte.


Irrenunciablemente.....con la piel crispada.


La voz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es como si hubiera llegado, a través de un bosque jamás imaginado, sin recursos ni conocidos, a un lago en medio de la más remota de las esperanzas —que parece su ausencia— y donde no para la tempestad : tomo la lluvia de toda una noche como señal de que somos bienvenidos en este cosmos, acompañados cada uno por todos los fenómenos y desgastes, toda la competencia y sus lapsus vitales : vamos llegando a otoños sin otoño —por lo menos está en cada boca esa noticia—, recuerdos sin la eficacia de la forma, rituales sin doctrina, poesía sin lenguaje, texto sin pluma, tinta que no corre, y el olvido inmenso que reemplaza lo que antes era ser libres...